miércoles, 26 de agosto de 2015

El modelo de tecnobrega

Gran parte de la discusión en el tema derechos de autor, está basado en el paradigma capitalista de una persona creadora individual que da a luz una obra inédita, nunca antes vista, absolutamente de su propiedad, propia de su sola inteligencia. Todo lo cual debe tener la protección del derecho. Con este paradigma se dictaron las leyes protectoras de los derechos de autor que –dicho sea de paso– al único que protegen es al editor y al distribuidor (ya que al menos los escritores sólo cobran el 10% del precio de tapa de un libro y eso suponiendo que el editor le reconozca la totalidad de la tirada realizada).
Sin embargo desde hace un tiempo esta concepción del creador único y genial, casi venido de otro mundo, está cuestionada. Los hombres y mujeres somos un colectivo y toda creación se basa en, y reconoce, todas las anteriores creaciones ya sean exitosas o malogradas. Y cada creación será una construcción social propia del momento histórico que éste deje que emerja.
Dicho esto, y en cuanto a las creaciones que el derecho de autor pone en riesgo, nos encontramos con el fenómeno del tecnobrega en el norte de Brasil. Se trata de un tipo de música que se produce en estudios absolutamente improvisados (habitaciones de una casa común y corriente que cuenta con computadoras y los programas para mezclar sonidos) en los que se combinan ritmos pop mayormente de los 80 con otras bases y sonidos y con los que se genera una música tecno-kitsch (que es lo que significa brega). Es la música que luego “se toca” en bailes y que se vende en CD en la puerta a la salida. Los encargados de hacer las copias son los que las venden y se quedan con el dinero que obtienen por este trabajo. Los que hacen la música se quedan con lo recaudado en los bailes. Todo esto está perfectamente contado con la voz de todos los protagonistas en el documental Good copy, bad copy.
Sobre estas creaciones han puesto sus ojos los abogados de las compañías discográficas que se oponen al uso de algunos pocos compases en esos remixados. En los que, además, no es fácil identificar qué música hay en la base ya que el producto es totalmente diferente. Estos abogados aseguran que perseguirán y le harán difícil la tarea a quienes participan de tecnobrega. En la práctica, significaría que cada creación debería pagar literalmente millones por derechos de autor.

El antiguo paradigma de cultura tenía que ver con que podía acceder a ella el que podía pagarla. Hoy, gracias a las nuevas formas de circulación y distribución que posibilita internet, se evidencia una distribución más equitativa de todo aquello que durante muchísimos años fue pagado, y cobrado por las empresas que se han venido beneficiando. Que ahora ya no sólo no pueden imponer “su” música sino que cada vez se les hace más difícil cobrar por lo que la gente está haciendo con ella.
Estos intentos de estos abogados de las discográficas entiendo que no van a alcanzar. De hecho toda resolución judicial es política y es en varios ámbitos donde deberá darse el debate (como en este curso) y la pelea (por todos los medios) de una batalla que será ganada por cansancio (el cansancio de las discográficas y demás compañías que deberán plantearse un nuevo modelo de negocio si no quieren ver menguados sus ingresos).

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